Está en el soundtrack de mi generación. Café Tacuba es la banda de música mexicana que nos marcó. Para bien o para mal. Rock, pop, música mexicana o una mezcla de todo eso: ahí están Joselo, Meme, Rubén y Quique. Los adolescentes de la clase media de los ochenta. Los primeros norteamericanos nacidos y crecidos en México (Monsi dixit). Escuchar a Café Tacuba en los noventa era ser undeground. Ahora es mainstream. Los U2 mexicanos.
Y ahora nos presentan su documental. Entrañable documental. Hecho por y para fans. Las discusiones, los bajones, la adrenalina de cuatro cuarentones que han sobrevivido a pesar de todo. Los que se codean con Roco de Maldita Vecindad, Beck y Adal Ramones (sin contar con Paco Stanley). No son virtuosos. A muchos la voz de Rubén incluso les molesta. Pero al fin, un grupo que vive de su música. Ahí está su Revés, un álbum que no creerías que ha sido hecho por el mismo grupo que canta La ingrata. Su originalidad, su reinvensión cotidiana. Su necesidad de vender. Son tres tipos medio tiesos en el escenario más uno que se mueve como resorte.
Seguir siendo: creo que no habría mejor título para ese documental. Un documento cinematográfico de un grupo que hace ver que todo es muy sencillo. ¿Quieres ir a Japón y cantar frente a la realeza de ese país? Crea una banda de música y listo. Lo mejor de la música popular (insisto, rock, pop, punk, electrónica, ranchera, bolero y una mezcla de todo eso) hecha en este país. 20 años no son nada.