La otra vez perdí una importante partida de ajedrez. En mi imaginación, concluí que había sido un solo error lo que había provocado la derrota. Según mi vanidosa visión, yo tenía controlado todo hasta que, por equivocación, había hecho un pésimo movimiento.
Pero no. Cuando analicé el juego con mi sensei Luis González Bueno, me mostró los pequeños errores que habían precedido «el error». ¡Mi supuesta seguridad era una fantasía! El error fue la suma de una acumulación de errores.
En este punto debería hacer una alegoría con la vida. Pero no sé muy bien cómo. Quizá que los grandes errores en la vida no son más que la acumulación casi imperceptible de «errorcitos», que hay momentos en que una inofensiva decisión cambia el destino de una persona. Y por esa simple razón, uno no puede andar apasguatado por la vida.
Algo así. O esto es una simple excusa para hablar de ajedrez. 🤣🤣