Llámenle como quieran, pero el ajedrez es uno de los juegos más fantásticos, entretenidos, adictivos y creativos que ha inventado el ser humano. ¿Qué tiene este juego que lo vuelve tan atractivo? Pasé cuatro horas, más o menos, jugando ajedrez como no lo hacía desde hacía años. No sé si mis amigos me dieron por mi lado (al final estaban en casa, y vaya descortesía ganarle al anfitrión), pero 280 minutos se hicieron pocos. Vimos películas ochenteras, noventeras y de los cuarenta. Y seguíamos obsesionados con ese juego.
No sé si es gimnasia mental y poco me importa. Sé que sí termina uno cansado. Pero hay un placer culposo en perseguir al Rey rival, en planear la estrategia para acorralar y derrotarlo. El ajedrez es un curioso juego de caballeros. Se anuncia la amenaza (jaque). Se anuncia que ya lo tienes. Pero el jaque mate no concluye con la muerte del Rey. El jaque mate es un anuncio que dice: hagas lo que hagas, estás perdido. Pero el rival, que pudo haber comido incluso a la Dama, tendrá la deferencia de no llevarse al Rey.
El ajedrez debería ser materia obligatoria en la primaria, secundaria y prepa. Es el predecesor de todos los juegos de estrategia, es más antiguo que el XboX, más green friendly e igual de adictivo que Halo. Algunos le llamarán pérdida de tiempo. Pero, ¡qué caray! El tiempo siempre termina ganando la partida a nosotros. El ajedrez nos salvó de un aburrimiento épico a un grupo de amigos que, grandes caballeros, me dieron de ganar todas excepto la última partida. Así es más divertido.